Las madres ante el abuso sexual de sus hijas
LA PRIMERA REACCIÓN:
NO LO CREO, NO PUEDO CREERLO
“La primera reacción que tienen las
madres tanto si posteriormente apoyan o no a sus hijas,
es de incredulidad. No lo creen. Y no porque traten de proteger al
abusador, sino porque le temen y fundamentalmente porque tratan de
protegerse a sí mismas.
Es un mecanismo inconsciente de protección
personal. En el primer momento el dolor es tan inmenso que el
inconsciente les avisa que cargarán con ese dolor porque no saben cuánto
tiempo y el mecanismo más sencillo, es negarlo. Se niegan a asumir
semejante hecho. Todas lo formulan así: ‘No es cierto’.
‘No creer’ se puede traducir también por ‘no sé qué hacer’. Las
reacciones posteriores van siendo diversas. Hay madres que terminarán
creyéndolo y apoyarán a su hija, y hay otras que nunca lo aceptarán, aun
cuando lo estén viendo.
Pero, sea cual sea el origen de cómo se enteran, y sea cual sea su reacción posterior, todas coinciden en esta primera reacción: no creen. Se puede decir que es una norma. Es una resistencia generalizada, una resistencia al dolor.